NOS QUEDAREMOS SOLOS, YO Y EL SOL,
en esta bienvenida de la tarde. Seremos sólo dos,
el sol y mi abandono. Y es probable
que en esas embestidas de la luz
contra las nubes rotas
una recta de mí sea capturada.
Hoy sólo tengo esto, el sol y la escultura
degradable que uso como cuerpo.
Hoy sólo tengo lana en el jersey
y edificios vacíos que acogen unas vidas
que no puedo abrazar.
¿Acaso existe
una herida en mi cuerpo, o sólo es el escape
de aire de una rueda?
Mira, cielo, reconoce a tu súbdito,
con las manos abiertas y la respiración
entregada a tu reino:
reconoce mi llaga, ocúpame:
mira que estoy pasando, como pasan tus nubes;
aunque nunca podré disolverme,
no podré perdurar
en la limpia caída que ellas logran.
¿Para qué necesito formular un deseo
y luego trabajar su cumplimiento?
Es bueno estar aquí, es bueno y es bastante,
en este bar vacío, donde la camarera no me conoce,
y trabaja a mi espalda y para nada me necesita,
y bien me olvidará en cuanto me vaya
de su cafetería y su negocio.
¡Y ser tan solitario, y ser tan íntimo,
y asumir aun así el desafío
de dar una respuesta,
de escribir un poema donde todo acabe cuadrando,
o al menos disimule la increíble certeza
de que todo está fuera de su lugar,
de que no hay solución,
y sólo un río de llanto, de alcohol o de sonrisas
podría liberarnos!
Yo aquí hago las paces:
el cielo es mi frontera, y mi disolución, en el cielo me entrego,
y el cielo proveerá;
yo sólo escribo aguas
que se evaporarán
y en el cielo serán diseminadas.
una herida en mi cuerpo, o sólo es el escape
de aire de una rueda?
Mira, cielo, reconoce a tu súbdito,
con las manos abiertas y la respiración
entregada a tu reino:
reconoce mi llaga, ocúpame:
mira que estoy pasando, como pasan tus nubes;
aunque nunca podré disolverme,
no podré perdurar
en la limpia caída que ellas logran.
¿Para qué necesito formular un deseo
y luego trabajar su cumplimiento?
Es bueno estar aquí, es bueno y es bastante,
en este bar vacío, donde la camarera no me conoce,
y trabaja a mi espalda y para nada me necesita,
y bien me olvidará en cuanto me vaya
de su cafetería y su negocio.
¡Y ser tan solitario, y ser tan íntimo,
y asumir aun así el desafío
de dar una respuesta,
de escribir un poema donde todo acabe cuadrando,
o al menos disimule la increíble certeza
de que todo está fuera de su lugar,
de que no hay solución,
y sólo un río de llanto, de alcohol o de sonrisas
podría liberarnos!
Yo aquí hago las paces:
el cielo es mi frontera, y mi disolución, en el cielo me entrego,
y el cielo proveerá;
yo sólo escribo aguas
que se evaporarán
y en el cielo serán diseminadas.