Qué
bonito sería mirar a un pasajero
y ser correspondido.
Equilibrar la carne y el
espíritu
en esa inteligencia sin
palabras.
¿Acaso alguien me teme?
Si sólo soy un órgano que
busca su riñón,
una válvula que quiere abrirse
para luego cerrarse,
corazón entre la multitud
que muestra hasta sus cartas,
por si alguien quiere verlas,
porque éste no es un juego de
ganar o perder.
Si sólo soy un viajero
dentro de este vagón
infatigable,
no puede ser verdad que seamos
tan desconocidos.
Y no puede ser cierto
que nuestro corazón es una
cosa privada,
una cruel pertenencia,
porque nada es amable si hay
que ocultarlo,
y nada es duradero si precisa
ser protegido.
En el metro no hay moscas,
¿No os habíais dado cuenta?
En el metro las caras son como
baldosas
que a nadie se le ocurre
interrogar.
Pero yo estoy necesitado de
alimento,
y me pongo a pedir,
muy silenciosamente,
sin cartel, sin sombrero para
las monedas,
yo me pongo a pedir sin pedir
nada,
y exclamo mi silencio como un
estandarte
que señala mi sien, mi
perspectiva
desde este asiento tibio
que otro abandonó.
Pero mi silencio es distinto,
compañeros de viaje,
porque yo no me escondo en mi
silencio:
lo muestro transparente, como
página en blanco
en la que desde ahora mismo,
desde cuando queráis
me pondré, pensativo, a
dibujar.
Aceptad esta tierra que os
ofrezco.
es todo lo que ignoro y lo que
sé,
las dos caras de un mismo
valor,
es todo lo que hago y lo que
emito:
viajo con vosotros, me siento a
vuestro lado
y camino por los mismos
pasillos.
¿No me reconocéis?
¿No podemos mirarnos?
¿Acaso una estación es un
destino?
Yo soy un camarada,
tal vez no sepa hablar, ni
leer en las manos,
pero quiero sentir, como una
vela,
el aire de vuestras palabras,
y quisiera decir
que no sois sólo huraños
pasajeros
en este puntual, ordenado y
perfecto
naufragio subterráneo
que nos deja en la isla desierta que habitamos.
que nos deja en la isla desierta que habitamos.
1 comentario:
Este poema me gustó mucho cuando leí "Yo he vivido en la tierra" porque plasma muy bien lo que creo que pensamos muchos cada día al subir al metro. Todos los conocidos que han venido a visitarme a Madrid desde un lugar en el que no hay, al hacer uso de este servicio, siempre me decían ¿por qué no puedo mirar al de en frente? ¿Por qué se molesta? ¡Pero si vamos todos como piojos en costura! Tienden a sentirlo como algo frío e, incluso, cortante.
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